Luis Candelas Cajigal fue un bandolero
español, nacido en Madrid en el barrio de Lavapiés, en febrero de 1804. A pesar
de su carrera criminal, se preciaba de no haber cometido ningún delito de
sangre, aunque esto no evitó que fuese condenado a garrote vil y ejecutado tras
pedir clemencia a María Cristina de Borbón y que fue denegada, muriendo en Madrid,
el 6 de noviembre de 1837.
Nació en la calle del
Calvario, su padre era carpintero y fue el tercer hijo de un matrimonio que
vivía sin agobios económicos y que le dio estudios en el colegio de San Isidro
y fue aquí donde empezó su leyenda, ya que formaba bandas, provocaba peleas y más
tarde fue expulsado ya que un clérigo le dio una bofetada y él respondió
dándole dos.
A pesar de no seguir en
la escuela, siguió leyendo todos los libros que caían en sus manos, siendo
totalmente autodidacta. Desde muy temprana edad le gustaba vestir bien y tener
buenos modales, pero además era alborotador y díscolo, a los 15 años realizó su
primer robo y poco después fue detenido y apresado en la Cárcel de la Villa, por
deambular por la Plaza de Santa Ana a altas horas de la madrugada. Cuando tenía
19 años murió su padre, lo que le hizo replantearse su vida y por un tiempo fue
librero. Pero esta situación duró poco ya que fue condenado a seis años de
cárcel por robar dos caballos y una mula. En su primera época de delincuente,
entre 1823 y 1830, dicen que se dedicó a conquistar mujeres y vivir a costa de
ellas, reconociéndose como un Don Juan. Según se le describe, era moreno, bien
parecido, dientes blancos, con patilla ancha y flequillo bajo el pañuelo, bien
afeitado, faja roja, capa negra, con calzón de pana y calzado de mucho tirar.
Para poder costearse todos
sus gastos formó una banda alrededor de 1835, entre cuyos miembros destacaban “Paco
El Sastre, Francisco Villena, Mariano Balseiro, Leandro Postigo, Juan Mérida,
Pablo Maestre, Pablo Luengo El Mañas y los hermanos Cusó (Antonio y Ramón), se
reunían en varias tabernas como “La Taberna de Jerónimo Morco”, en la calle de
Mesón de Paredes, "La Taberna de la Paloma" en la calle de Preciados,
la de "Traganiños", en la calle de los Leones junto a la calle de
Jacometrezo y en la taberna de “El Tío Macaco”, en la calle Lavapiés. Todas
ofrecían el mejor servicio a la banda, buen vino, buen escondite y una buena compañía femenina;
realizó diversas fechorías, cada vez más arriesgadas y con mayor botín, que por
su ingenio y buen humor fueron cantadas por los madrileños con cierto cariño.
“Desde Francia, encapotadas
con lazos, cintas y sedas,
madamas y más madamas
vienen en la diligencia
tan sólo para que las robe
y las bese Luis Candelas.”
Después de los atracos desaparecía
haciendo creer a sus perseguidores que había huido fuera del país, cuando lo
que pasaba en realidad es que se convertía en otra persona, en Luis Álvarez de
Cobos, un rico hacendado de Perú. Gracias a esa otra personalidad podía acudir
a las fiestas de la alta sociedad, gracias a esto conoció a gente de renombre.
Llevaba pues una doble vida, de día un rico hacendado y de noche un truhán, que
salía por la puerta de atrás de su casa de la calle Tudescos, convirtiéndose
así en el “rey de los bajos fondos”.
Existieron tres mujeres
importantes en su vida. En 1827 se casó con Manuela Sánchez, una viuda de 23
años que también había estado en la cárcel, pero ya en la luna de miel viendo
que no eran compatibles, Luis la abandonó. Más tarde tuvo como amante a Lola "La
Naranjera", a la que también rondaba Fernando VII, que tenía amigos influyentes
que le ayudaron a salir de la cárcel en contadas ocasiones. La tercera de sus
amantes fue una muchacha de la clase media, llamada Clara que pertenecía a una honesta familia,
con la que se marchó a vivir a Valencia, donde siguió robando para poder vivir holgadamente.
Pero más tarde cometió
dos grandes errores que al final le costarían la vida, uno de ellos fue asaltar a la
modista de la Reina y otro al embajador de Francia y a su esposa cuando
viajaban en diligencia. Intentó huir con Clara hacia Inglaterra pero llegando a
Gijón ella se negó a abandonar el país y decidieron volver a Madrid. El 18 de
Julio de 1837 fue detenido en el puesto de aduanas en el camino real de
Valladolid a Toledo, siendo trasladado a Valdestillas, luego a Valladolid y por
último a Madrid.
El delincuente más
buscado del siglo XIX fue condenado a la pena capital “garrote vil” por cometer
más de 40 robos y aunque pidió clemencia a la Reina María Cristina de Borbón,
esta no se la concedió
Reseña de la petición de
clemencia:
«Señora, Luis Candelas, condenado por robo a la pena
capital, a V.M. desde la capilla acude reverentemente. Señora, no intentará
contristar a V. M. con la historia de sus errores ni la descripción de su
angustioso estado. Próximo a morir solo imploro la clemencia de V. M. a nombre
de su augusta hija, a quien ha prestado servicios y por quien sacrificaría
gustoso una vida que la inflexibilidad de la ley cree debida a la vindicta
pública y a la expiación de sus errores. En que expone es acaso el primero de
su clase que no acude a V. M. con las manos ensangrentadas. Su fatalidad le
condujo a robar, pero no ha muerto, herido ni maltratado a nadie. ¿Y es posible
que haya de sufrir la misma pena que los que perpetran en esos crímenes? He
combatido por la causa de vuestra hija. ¿Y no le merecerá una mirada de
consuelo?»
La mañana del 6 de
noviembre de 1837 muchos madrileños acudieron a la plaza de la Cebada para ver
morir por garrote vil al más famoso de los bandidos madrileños de la época, Luis
Candelas y cuyas últimas palabras según se cuenta fueron: «He sido pecador como hombre,
pero nunca se mancharon mis manos con sangre de mis semejantes. Adiós patria
mía. Sé feliz».
Existen varios libros sobre su vida, que siempre ha llamado la atención, por considerar que tenía un tinte romántico y un halo de misterio. |
Esto hizo que también fuera llevada al cine en la película de 1947 “Luis Candelas, el ladrón de Madrid” Dirigida por Fernando Alonso Casares, que también escribió el guión y protagonizada por Mary Delgado, Alfredo Mayo, Manuel Arbó, Rafael Bardem, Isabel de Pomés, José Jaspe, José María Lado, Carlos Muñoz, Porfiria Sanchiz. Con música de Jesús García Leoz y Joaquín Turina y fotografía de Cecilio Paniagua.
Y como no en la música,
una de las más conocidas son las coplas escritas por Rafael de León, “La capa
de Luis Cancelas”. Aunque existen bastantes versiones en esta ocasión esta cantada por Concha Piquer.
Decidle al señor
alcalde,
decidle al corregidor,
que yo por Luis Candelas
me estoy muriendo de
amor.
Decidle que es un
canalla,
decidle que es un ladrón,
y que he dejado que robe
con gusto mi corazón.
Que corra de boca en
boca,
esta copla que yo canto,
como si estuviera loca.
Debajo de la capa de
Luis Candelas,
mi corazón amante vuela
que vuela.
Madrid te está buscando
para perderte,
y yo te busco sólo para
quererte.
Que la calle en que vivo
está desierta,
y de noche y de día mi
puerta abierta.
Que estoy en vela, que
estoy en vela
¡Ay! para ver si me roba
¡Ay! - Luis Candelas.
Anoche una diligencia,
ayer el palacio real,
mañana quizá las joyas
de alguna casa ducal.
Y siempre roba que roba,
y yo por él siempre
igual,
queriéndolo un día mucho
y al día siguiente más.
Y no importa que la
gente mi canción,
que va en el viento,
traiga y lleve
maldiciente
Debajo de la capa de
Luis Candelas,
mi corazón amante vuela
que vuela.
Madrid te está buscando
para perderte,
y yo te busco sólo para
quererte.
Que la calle en que vivo
está desierta,
y de noche y de día mi
puerta abierta.
Que estoy en vela, que
estoy en vela
¡Ay! para ver si me roba
¡Ay! - Luis Candelas.
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