Ilusiones


"No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don.
Busca los problemas porque necesitas sus dones."

"Justifica tus limitaciones y ciertamente las tendras"

Richard Bach - Ilusiones

lunes, 23 de enero de 2012

BAJO EL SOL DE LA TOSCANA


Ficha técnica :

Dirección   :   Audrey Wells
Guión  :   Audrey Wells;
   basado en el libro de Frances Mayes.
Producción  : 
   Tom Sternberg y Audrey Wells.
Música  :   
   Christophe Beck.
Fotografía  :  
   Geoffrey Simpson.
Montaje  :  
   Andrew Marcus y Arthur Coburn.
Diseño de producción : 
   Stephen McCabe.
Dirección artística :
Gianfranco Fumagalli y Gianni Giovagnoni.
Vestuario  :   Nicoletta Ercole.



Reparto :

Diane Lane - Frances
Sandra Oh - Patti
Lindsay Duncan - Katherine
Raoul Bova - Marcello
Vicent Riotta - Martini
Mario Monicelli - Anciano con flores
Roberto Nobile - Placido
Anita Zagaria - Fiorella
Evelina Gori - Nona Cardinale
Giulia Steigerwalt - Chiara
Pawel Szajda - Pawel
Valentine Pelka -  erzy
Sasa Vulicevic - Zbignew
Massimo Sarchielli - Nino
David Sutcliffe - Ed
Claudia Gerini  -  Sra. Raguzzi
Laura Pestellini - Condesa
Kate Walsh  -  Grace
Nuccio Siano  -  Gianni
Malva Guicheney  -  Hija de Gianni
Chiara Porti  -  Esposa del Sr. Martini

 

Género : Comedia- Romántica
Países: USA e Italia.
Duración: 115 min.
Estreno en USA: 26 Septiembre 2003.
Estreno en España: 6 Febrero 2004
.



Frances Mayes es una escritora americana de 35 años que vive en San Francisco y cuya perfecta vida acaba de dar un giro de 180 grados. Su reciente divorcio le ha causado una profunda depresión y un bloqueo creativo. Patti su mejor amiga, empieza a preocuparse y decide regalarle una estancia de diez días en la Toscana (Italia). Una vez allí, Frances ve una villa llamada "Bramasole" (“que desea el sol”), decide seguir un impulso y comprarla. La casa necesita muchas reformas pero Frances está dispuesta a todo, comienza a reformar la villa al mismo tiempo que intenta restaurar su vida. A medida que se va adaptando a su nuevo estilo de vida conseguirá hacer grandes amigos entre sus vecinos. Aunque en los momentos de soledad, tema que sus proyectos para su nueva vida no lleguen a realizarse. En un encuentro casual en Roma, Frances conoce a un anticuario de Portobello llamado Marcello, con el que piensa que puede volver a encontrar el amor, pero las circunstancias no parecen las adecuadas. Su vida parece cada vez más ir por buen camino, la casa y los jardines se restauran, Frances se implica cada vez más en la vida de sus nuevos amigos y también con Patti que ha ido a vivir con ella, se preocupa por todos ellos, les apoya y esta a su lado en lo bueno y en lo malo.




Cuando Frances llega a Italia tiene la moral muy baja, pero aprende en su viaje a seguir diciendo sí, a pesar de que exista la posibilidad de fracasar. Sí a las experiencias, sí a lo inesperado, sí a las cosas que temes, no tira la toalla, sigue adelante. La casa y ella se van transformando al mismo tiempo y descubre que es una mujer inteligente, brillante, capaz de enfrentarse a la vida.


Frases

" Cuentan que construyeron la vía férrea de los Alpes entre Viena y Venecia antes de que existiera un tren que pudiera realizar el trayecto, aún así lo construyeron, porque sabían que algún día llegaría el tren. Si hubiera tomado otro desvío, ahora estaría en otra parte, sería una persona distinta. "



"¿Qué son cuatro paredes?... Son lo que contienen, la casa protege a los soñadores. Pueden suceder cosas realmente buenas, incluso después de mucho tiempo, y es una gran sorpresa "


" Tienes que vivir esféricamente, en muchas direcciones; nunca pierdas tu entusiasmo infantil, y... todo saldrá como deseas. "



"Los remordimientos son una perdida de tiempo, son el pasado que te priva del presente"


"Como vas a ser feliz jamás si no dejas de compadecerte"


""Cómo puedes vivir después que alguien a quien juraste amor eterno, te manifiesta que jamás te amó, cómo aprendes a respirar nuevamente."


" Tal como ha ido mi vida, sería una idea malísima.
 Uhm... una idea malísima... ¿y no son las mejores?



"Si te estampas contra algo bueno debes mantenerlo hasta que llegue el momento de dejarlo
 ¿y no es el momento?
 En mi opinión no "








                                         





































Puede que solo parezca una película para entretener, para evadirte durante un rato de los problemas y para mi lo consigue, pero tiene algo más, te hace sentir bien, te anima.

Os la recomiendo, espero que la disfrutéis.


Enlaces para poder verla completa.

https://pelis-online.net/comedia/17919-bajo-el-sol-de-la-toscana.html

https://filmnice.com/es/movie/10934/bajo-el-sol-de-la-toscana
Hay que registrarse - gratis






viernes, 20 de enero de 2012

EDUARDO ÚRCULO


Santurce, 1938 - Madrid, 2003


Consagrado artista español, Eduardo Úrculo es uno de los principales exponentes de la pintura pop en España. Trabajo en diversos registros desde el expresionismo hasta el neocubismo e hizo de la maleta y el sombrero sus dos grandes iconos. Es uno de mis pintores favoritos.


Inicio su formación en Asturias y más tarde el Ayuntamiento de Langreo le concedió una beca que le permitió trasladarse a Madrid, donde asistió a clases en el Círculo de Bellas Artes y en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, Vivió en Paris donde además de recibir clases en La Grande Chaumière, tuvo la oportunidad de ver con nuevos ojos muchas de aquellas obras que de niño había aprendido a través de las imágenes en blanco y negro de los libros ilustrados, también viajo por distintas ciudades europeas.


Durante la década de los setenta desarrolla sus trabajos con aerógrafo. Inicio sus obras enmarcadas en pop art y comenzó la época erótica con sus cotizados femeninos rebosantes de barroquismo y colorido. Coincidiendo con el embarazo de su esposa, en 1975, enriqueció su repertorio iconográfico con un nuevo elemento, la vaca, con el que quería simbolizar la fertilidad y la maternidad.


A partir de los años ochenta, los motivos autobiográficos irán desplazando paulatinamente a los anteriores. Así, la soledad del hombre moderno, la figura del viajero errante o la relación del artista con su obra, quedará plasmada en el lienzo a través de esos inquietantes personajes - alter ego del propio artista -, ataviados con sombrero y siempre de espaldas al espectador.


En 1984 realizó sus primeras esculturas en bronce, que pudieron verse expuestas al año siguiente en la feria de arte contemporáneo Arco. Sin abandonar nunca la pintura, la escultura irá ocupando, sobre todo a partir de la década siguiente, un papel cada vez más relevante en su actividad. En estas piezas, Úrculo, que siempre se definió como «un pintor que hace esculturas», reproducirá en bronce fundido algunas de las imágenes más significativas de su repertorio: sillas vacías, maletas, paraguas, sombreros, etc.





Thai y yo


















Nueva York










Con todo, sus esculturas más conocidas serán aquellas que se emplazaron en lugares públicos, como: El viajero (1991), en la estación de Atocha de Madrid; Homenaje a Santiago Roldán (1993), en los jardines de la Villa Olímpica de Barcelona; El regreso de Williams B. Arrensberg (1993), en Oviedo, o Exaltación de la manzana (1996), en el parque Ballina de Villaviciosa.



                    


                            El viajero - Madrid.
           Estación de Atocha.
















El regreso de Williams B. Arrensberg - Oviedo

















Exaltación de la manzana en Villaviciosa






En los últimos años, y fruto de la admiración que sentía por las estampas japonesas, nació una serie de obras de temática oriental que tenían como protagonista la figura de la geisha, vestida con el tradicional kimono. Esta vestimenta, en cierto modo, será un pretexto en el que proyectará geométricos y rítmicos juegos compositivos.







El 31 de marzo del 2003, cuando en compañía de su esposa, Victoria Hidalgo, asistía a un almuerzo en la Residencia de Estudiantes de Madrid, falleció repentinamente a causa de un paro cardíaco. Hasta ese momento, el artista estaba lleno de vitalidad y de proyectos; tan sólo tres semanas antes había asistido en Pekín a la inauguración de una exposición antológica de su obra y para julio tenía prevista su primera muestra en Nueva York, en la Galería Galander O’Reilly, proyecto que llevarían adelante su viuda y el hijo del pintor, Yoann, nacido de su primer matrimonio con la francesa Annie Chanvallon.



Sky Line



Un hombre mirando un sol rojo






El Alhajas




Romeo y Julieta










TAM LIN

El rescate de un mortal de las garras de las hadas era una empresa llena de peligros. Pocas personas eran lo bastante resueltas para intentarlo, pero hubo algunas que lo fueron. Una de ellas fue una muchacha escocesa, la hija del conde de March, se llamaba Janet.


Cerca del castillo donde vivía, al norte de la frontera inglesa, existía un lugar, el bosque de Cartherhangh, que se sabia estaba custodiado por un caballero elfo. Ninguna doncella que allí fuera regresaba indemne, pero a Janet no le importaba el peligro. A primeras horas de una tarde de verano abandonó la residencia de su padre y marcho despreocupadamente a un pozo del bosque para coger rosas silvestres. Arrancó una y el caballero apareció ante ella bajo las frondosas sombras, alto, pálido y envuelto en una capa de seda.





Los rayos dorados del sol poniente empezaban a filtrarse por entre las hojas cuando Janet abandonó el bosque. Pero al cabo de unos días regresó en busca del desconocido caballero del que se había enamorado nada más verlo. En las soñolientas tardes de verano el caballero le reveló su origen ¡No era un elfo! sino un mortal como ella. Se llamaba Tam Lin y era el nieto del conde de Roxburgh, capturado por las hadas años antes. Desde entonces había servido a la reina de las hadas, custodiando el bosque durante el día y cabalgando con sus tropas por la noche.


¿Qué mortal podía rescatar a Tam Lin de aquella vida entre las sombras si no Janet que lo amaba?. Le dijo que lo rescataría si podía y Tam Lin le explicó cómo debían los mortales desafiar el poder de la reina de las hadas. Luego se desvaneció en el claroscuro del bosque. La víspera de Todos los Santos, siguiendo las instrucciones de su amado, Janet atravesó furtivamente el bosque bañado por la luna hasta una encrucijada cercana - un lugar intermedio, donde podía verse a las hadas - y se ocultó tras un seto de espinos. A medianoche oyó el trinar de las gaitas y las cadencias más suaves de las liras; más allá de la encrucijada distinguió en el cielo un enorme resplandor, como una multitud de luciérnagas.


Con un tintineo de bridas y repique de campanillas, la comitiva de las hadas y duendes apareció ante ella. A su cabeza, cabalgando sobre un corcel negro iba la reina, con el semblante tan pálida como una imagen vista en una vidriera antigua; la seguían caballeros y damas, los delicados rostros espectrales alzados hacia la luz de la luna, las élficas cabelleras ondeando al viento.




Por fin, bajo aquella luz incierta, Janet reconoció a Tam Lin por las señales que él le había dado en el bosque de Carterhaugh; cabalgaba en un caballo blanco como la luna, llevaba sólo un guante y una banda de oro ceñía su frente. Janet hizo lo que Tam Lin le había rogado. Cuando él paso por su lado, la muchacha saltó intrépidamente de su escondite y lo derribó de la silla. Al instante se oyó un furioso grito agudo: "¡Tam Lin!" la reina detuvo su caballo, giró en la silla y clavó su gélida mirada en Tam Lin.


El cálido cuerpo del caballero pareció derretirse entre los brazos de Janet, quién se encontró abrazando el vacío y creyó haber perdido a su amor. Pero no era así; notó unos diminutos piececillos en la palma y vio una salamandra que se retorcía en ella intentando escapar. Con un instinto más veloz que el pensamiento, Janet cerró las manos y retuvo a la criatura. Los ojos de la reina centellearon y la salamandra creció hasta que la muchacha se encontró sujetando los fríos anillos escamosos de una serpiente enroscada alrededor de sus brazos y cuello. La joven apretó los dientes y se abrazó a la criatura, aferrándola con todas sus fuerzas mientras un frio paralizante se apoderaba de su corazón.  Janet no se dejó acobardar, ya que el caballero le había explicado la prueba que tenía que superar: lo único que podía liberarlo del hechizo era el firme abrazo de un mortal  que lo amara a medianoche la víspera de Todos los Santos.






 La reina de las hadas volvió a gritar y las escamas que Janet sujetaba se desvanecieron, siendo reemplazadas por la gruesa pelambrera y los relucientes ojos de un oso. La joven se estremeció, pero apretó el pecho contra el olor fétido de la bestia y mantuvo firmes los brazos alrededor del sólido cuerpo, con un alarido de rabia la reina de las hadas alzó el brazo y Janet percibió alrededor un sonido parecido al de las velas ondeando al viento: apretado contra su pecho apareció un cisne que le picoteaba el rosto con furia y le golpeaba los brazos con las enormes alas. Pero el abrazo no flaqueo. Finalmente la lucha cesó. Donde se habían debatido una serpiente, un oso y un cisne, ahora tan sólo había una barra de hierro, pero era incandescente y quemaba la carne mortal. Era el final, Janet lo sabía. Esquivando los encabritados cascos de los caballos de las hadas y haciendo oídos sordos a sus espantosos gritos, se internó en el bosque y arrojó el hierro al pozo. Oyó el siseo del vapor al tocar la barra el agua; luego, el silencio. Del pozo surgió entonces un hombre desnudo : Tam Lin que había vuelto a nacer para el mundo mortal. Janet lo envolvió en su capa.



Detrás de ellos, la reina de las hadas los contemplaba con frialdad, mientras calmaba a su nervioso corcel. La contienda había finalizado "Si hubiera sabido que una mujer humana podía conquistarte con su amor, Tam Lin - exclamó - te habría arrebatado el corazón y lo habría sustituido por uno de piedra". Dio media vuelta llamando a su séquito junto a ella y todo el grupo de hadas y duendes desapareció como fantasmas en el bosque.


Pero, según cuentan los cronistas, Tam Lin y Janet apenas ni se enteraron. Sus pensamientos eran sólo para su amor mortal.





 Este relato y los dibujos que hice  están sacados de un libro de Leyendas, Mitología, Cuentos y Criaturas Mágicas.



jueves, 19 de enero de 2012

MIGUEL HERNANDEZ - POEMAS 2

Orihuela, 30 de octubre de 1910
 Alicante, 28 de marzo de 1942



Me llamo barro aunque Miguel me llame...

 Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.

Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada.


Como un nocturno buey de agua y barbecho
que quiere ser criatura idolatrada,
embisto a tus zapatos y a sus alrededores,
y hecho de alfombras y de besos hecho
tu talón que me injuria beso y siembro de flores.


Coloco relicarios de mi especie
a tu talón mordiente, a tu pisada,
y siempre a tu pisada me adelanto
para que tu impasible pie desprecie
todo el amor que hacia tu pie levanto.


Más mojado que el rostro de mí llanto,
cuando el vidrio lanar de hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,
de ala manchada y corazón de tierra.



Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído
en forma de alga y en figura de ola.

Barro, en vano me invisto de amapola,
barro, en vano vertiendo voy mis brazos,
barro, en vano te muerdo los talones,
dándote a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.


Apenas si me pisas, si me pones
la imagen de tu huella sobre encima,
se despedaza y rompe la armadura
de arrope bipartido que me ciñe la boca
en carne viva y pura,
pidiéndote a pedazos que la oprima
siempre tu pie de liebre libre y loca.


Su taciturna nata se arracima,
los sollozos agitan su arboleda
de lana cerebral bajo tu paso.



Y pasas, y se queda
incendiando su cera de invierno ante el ocaso,
mártir, alhaja y pasto de la rueda.

Harto de someterse a los puñales
circulantes del carro y la pezuña,
teme del barro un parto de animales
de corrosiva piel y vengativa uña.


Teme que el barro crezca en un momento,
teme que crezca y suba y cubra tierna,
tierna y celosamente
tu tobillo de junto, mi tormento,
teme que inunde el nardo de tu pierna
y crezca más y ascienda hasta tu frente.



Teme que se levante huracanado
del blando territorio del invierno
y estalle y truene y caiga diluviado
sobre tu sangre duramente tierno.


Teme un asalto de ofendida espuma
y teme un amoroso cataclismo.

Antes que la sequía lo consuma
el barro ha de volverte de lo mismo.




 ¿ No cesará este rayo que me habita ...

¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?


Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.


Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.


Menos tu vientre...

Menos tu vientre
todo es confuso.

Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado 
baldío, turbio.

Menos tu vientre
todo es oculto.

Menos tu vientre
todo inseguro,
todo postrero
polvo sin mundo.

Menos tu vientre
todo es oscuro.

Menos tu vientre
claro y profundo.


Llego tan hondo el beso....

 Llegó tan hondo el beso
 que traspasó y emocionó los muertos

 El beso trajo un brío
 que arrebato la boca de los vivos

 El hondo beso grande
 Sintió breves los labios al ahondarse

 El beso aquel que quiso
cavar los muertos y sembrar los vivos.





MIGUEL HERNANDEZ - POEMAS

Orihuela, 30 de octubre de 1910
Alicante, 28 de marzo de 1942



(Hijo de la sombra)

                       I   
                           
Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.


Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada de sol adonde quieres,
con un sólido impulso, con una luz suprema,
cumbre de las montañas y los atardeceres.


Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.
El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelva los cuerpos con su choque,
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un bloque.
La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas,
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.


Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.


La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.


Pide que nos echemos tú y yo la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.
El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.


El hijo está en la sombra: de la sombra surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.
Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.


(Hijo de la luz)

                    II

Tú eres el alba, esposa: la principal penumbra,
recibes entornadas las horas de tu frente.
Decidido al fulgor, pero entornado, alumbra
tu cuerpo. Tus entrañas forjan el sol naciente.

Centro de claridades, la gran hora te espera
en el umbral de un fuego que al fuego mismo abrasa:
te espero yo, inclinado como el trigo a la era,
colocando en el centro de la luz nuestra casa.
La noche desprendida de los pozos oscuros,
se sumerge en los pozos donde ha echado raíces.

Y tú te abres al parto luminoso, entre muros

que se rasgan contigo como pétreas matrices.
La gran hora del parto, la más rotunda hora:
estallan los relojes sintiendo tu alarido,
se abren todas las puertas del mundo, de la aurora,
y el sol nace en tu vientre, donde encontró su nido.

El hijo fue primero sombra y ropa cosida
por tu corazón hondo desde tus hondas manos.
Con sombras y con ropas anticipó su vida,
con sombras y con ropas de gérmenes humanos.
Las sombras y las ropas sin población, desiertas,
se han poblado de un niño sonoro, un movimiento,
que en nuestra casa pone de par en par las puertas,
y ocupa en ella a gritos el luminoso asiento.
¡Ay, la vida: que hermoso penar tan moribundo!
Sombras y ropas trajo la del hijo que nombras.
Sombras y ropas llevan los hombres por el mundo.
Y todos dejan siempre sombras: ropas y sombras.

Hijo del alba eres, hijo del mediodía.

Y ha de quedar de ti luces en todo impuestas,
mientras tu madre y yo vamos a la agonía,
dormidos y despiertos con el amor a cuestas.
Hablo, y el corazón me sale en el aliento.
Si no hablara lo mucho que quiero me ahogaría.
Con espliego y resinas perfumo tu aposento.
Tú eres el alba, esposa. Yo soy el mediodía.



(Hijo de la luz y de la sombra)

                          III                   

Tejidos en el alba, grabados, dos panales
no pueden detener la miel en los pezones.
Tus pechos en el alba: maternos manantiales,
luchan y se atropellan con blancas efusiones.
Se han desbordado, esposa, lunarmente tus venas,
hasta inundar la casa que tu sabor rezuma.

Y es como si brotaras de un pueblo de colmenas,
tú toda una colmena de leche con espuma.
Es como si tu sangre fuera dulzura toda,
laboriosas abejas filtradas por tus poros.

Oigo un clamor de leche, de inundación, de boda

junto a ti, recorrida por caudales sonoros.
Caudalosa mujer: en tu vientre me entierro.
Tu caudaloso vientre será mi sepultura.

Si quemaran mis huesos con la llama del hierro,

verían que grabada llevo allí tu figura.
Para siempre fundidos en el hijo quedamos:
fundidos como anhelan nuestras ansias voraces:
en ramo de tiempo, de sangre, los dos ramos,
en un haz de caricias, de pelo, los dos haces.

Los muertos, con un fuego congelado que abrasa,
laten junto a los vivos de una manera terca.
Viene a ocupar el hijo los campos y la casa
que tú y yo abandonamos quedándonos muy cerca.

Haremos de este hijo generador sustento,
y hará de nuestra carne materia decisiva:
donde asienten su alma, las manos y el aliento,
las hélices circulen, la agricultura viva.

El hará que esta vida no caiga derribada,
pedazo desprendido de nuestros dos pedazos,
que de nuestras dos bocas hará una sola espada
y dos brazos eternos de nuestros cuatro brazos.

No te quiero en ti sola: te quiero en tu ascendencia
y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me ha dado por herencia,
la familia del hijo será la especie humana.

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo.



Desde que el alba quiso...

Desde que el alba quiso ser alba, toda eres
madre. Quiso la luna profundamente llena.
En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y un removido abismo bajo una luz serena.

¡Qué olor a madreselva desgarrada y hendida!

¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
y se sintieron vivas bruscamente las cosas.

Eres más clara. Eres más tierna. Eres más suave.

Ardes y te consumes con más recogimiento.
El nuevo amor te inspira la levedad del ave
y ocupa los caminos pausados de tu aliento.

Ríe, porque eres madre con luna. Así lo expresa
tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y el ascua repentina que te agiganta el ojo.

Ríe, que todo ríe: que todo es madre leve.

Profundidad del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.

Nunca tan parecida tu frente al primer cielo.
Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.


Dedicadas a su hijo y a su esposa al saber que estaba embarazada 
y después de tener a su hijo!




 

lunes, 9 de enero de 2012

AMADO NERVO

Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo  
(1879-1919) Tepic (México)




AUTOBIOGRAFIA

¿Versos autobiográficos ? Ahí están mis canciones,
allí están mis poemas: yo, como las naciones
venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada,
no tengo historia: nunca me ha sucedido nada,
¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte.

Allá en mis años mozos adiviné del Arte
la armonía y el ritmo, caros al musageta,
y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta.

-¿Y después?
-He sufrido, como todos, y he amado.
¿Mucho?
-Lo suficiente para ser perdonado...


EN  PAZ


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida.
porque nunca me diste esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida,
porque veo al final de mi rudo camino,
que yo fui el arquitecto de mi propio destino,
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue, porque en ellas, puse hiel o mieles sabrosas,
cuando planté rosales, coseché siempre rosas...

... Cierto a mis lozanías va a seguir el invierno,
¡más tu no me dijiste que mayo fuese eterno¡
Hallé sin duda largas las noches de mis penas,
más no me prometiste tu sólo noches buenas,

y, en cambio, tuve algunas santamente serenas.
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz,
¡ Vida nada me debes ¡
¡ Vida estamos en paz ¡


SI UNA ESPINA ME HIERE...

¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro 
ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores?
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores: 
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,

se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocado en flor de paz!

LA PUERTA

Por esa puerta huyo, diciendo: "¡Nunca!"
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de sus ojos.

¿Por cuanto tiempo, solitario, esquivo
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?

¿Cuando habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales
y, con su beso ha de llegarme ella
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?

¡Oh, Señor!, ya la Pálida está alerta:
¡Oh, Señor!, ¡cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor!, ¡has que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!
¡Por esa puerta ha de volver un día!





INCOHERENCIAS

                           Para José I. Bandera

Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla?
Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?
Fui templado, ¿do está mi recia malla?
¿En qué campo sangriento de batalla
me dejaron así, triste y vencido?

¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena
tu fulgor mi conciencia? Tengo miedo
a la duda terrible que envenena,
y que miras rodar sobre la arena
¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!

¡Oh, siglo decadente, que te jactas
de poseer la verdad!, tú que haces gala
de que con Dios, y con la muerte pactas,
devuélveme mi fe, yo soy un Chactas
que acaricia el cadáver de su Atala...

Amaba y me decías: "analiza",
y murió mi pasión; luchaba fiero
con Jesús por coraza, triza a triza,
el filo penetrante de tu acero.

¡Tengo sed de saber y no me enseñas;
tengo sed de avanzar y no me ayudas;
tengo sed de creer y me despeñas
en el mar de teorías en que sueñas
hallar las soluciones de tus dudas!

Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo
batallar sin amor, sin fe serena
que ilumine mi ruta, y tengo miedo...
¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo,
vestal, ¡que no me maten en la arena!




PASAS POR EL ABISMO DE MIS TRISTEAS...



Pasas por el abismo de mis tristezas 
como un rayo de luna sobre los mares, 
ungiendo lo infinito de mis pesares 
con el nardo y la mirra de tus ternezas.


Ya tramonta mi vida; la tuya empiezas; 
mas, salvando del tiempo los valladares, 
como un rayo de luna sobre los mares 
pasas por el abismo de mis tristezas. 

No más en la tersura de mis cantares 
dejará el desencanto sus asperezas; 
pues Dios, que dio a los cielos sus luminares, 
quiso que atravesaras por mis tristezas 
como un rayo de luna sobre los mares.



DORMIR

¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo
Deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño
Es un estado de divinidad.
El que duerme es un dios... Yo lo que tengo,
Amigo, es gran deseo de dormir.

El sueño es en la vida el solo mundo
Nuestro, pues la vigilia nos sumerge
En la ilusión común, en el océano
De la llamada "Realidad". Despiertos
Vemos todos lo mismo:
Vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego,
Las criaturas efímeras... Dormidos
Cada uno está en su mundo,
En su exclusivo mundo:
Hermético, cerrado a ajenos ojos,
A ajenas almas; cada mente hila
Su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!)

Ni el ser más adorado
Puede entrar con nosotros por la puerta
De nuestro sueño. Ni la esposa misma
Que comparte tu lecho
Y te oye dialogar con los fantasmas
Que surcan por tu espíritu
Mientras duermes, podría,
Aun cuando lo ansiara,
Traspasar los umbrales de ese mundo,
De tu mundo mirifico de sombras.
¡Oh, bienaventurados los que duermen!
Para ellos se extingue cada noche,
Con todo su dolor el universo
Que diariamente crea nuestro espíritu.
Al apagar su luz se apaga el cosmos.

El castigo mayor es la vigilia:
El insomnio es destierro
Del mejor paraíso...

Nadie, ni el más feliz, restar querría
Horas al sueño para ser dichoso.
Ni la mujer amada
Vale lo que un dormir manso y sereno
En los brazos de Aquel que nos sugiere
Santas inspiraciones...
"El día es de los hombres; mas la noche,
De los dioses", decían los antiguos.

No turbes, pues, mi paz con tus discursos,
Amigo: mucho sabes;
Pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate!
No quiero gloria ni heredad ninguna:
Yo lo que tengo, amigo, es un profundo
Deseo de dormir...