Poeta, escritor de cuentos, guionista, locutor de radio y dramaturgo británico.
Premio Foyle de poesía (1952)
And death shall have no dominion (Y la muerte no tendrá dominio), Deaths and Entrances (Muertes y entradas), Collected Poems (Recopilación poemas 1934-1952) donde esta incluido un poema a la muerte de su padre, Do not go gentle into that good night, (No vayas gentilmente a esa buena noche). Bajo el bosque lácteo, son algunas de sus obras más importantes y conocidas.
Nació el 27 de octubre de 1914 en Swansea, Gales, Reino Unido.
Falleció el 9 de noviembre de 1953, de neumonía a los 39 años en Nueva York, Estados Unidos.
Y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio.
Desnudos los muertos serán uno
con el hombre en el viento y la luna de poniente;
cuando sus huesos estén roídos y una vez limpios
desaparezcan,
tendrán estrellas en sus codos y en sus pies;
aunque se vuelvan locos estarán cuerdos,
aunque se hundan en el mar de nuevo resurgirán,
aunque mueran los amantes el amor sobrevivirá;
y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio.
Bajo los torbellinos del mar
los que yacen tendidos no morirán aterrados;
retorciéndose en el potro cuando los nervios cedan,
amarrados a una rueda, aún no se romperán;
la fe en sus manos se partirá en dos,
y los males correrán como unicornios;
rotos todos los cabos ya no crujirán más;
y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio.
Aunque las gaviotas no griten más en su oído
ni las olas estallen ruidosas en las costas;
aunque no broten flores donde antes brotaron, ni levanten
ya más la cabeza al golpe de la lluvia;
aunque estén locos y muertos como clavos,
las cabezas de los cadáveres martillearan margaritas;
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
y la muerte no tendrá dominio.
“Los amantes de Valardo”
Yacimiento arqueológico cerca de Mantua - Italia.
Un hombre y una mujer abrazados desde
hace más de 6.000 años.
No vayas gentilmente a esa buena noche...
No vayas gentilmente a esa buena noche.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.
Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
No vayas gentilmente a esa buena noche.
Hombres buenos, que tras la última ola, lloran por ese brillo,
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Hombres salvajes que capturaron y cantaron al sol en vuelo.
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
No vayas gentilmente a esa buena noche.
Hombres graves, cerca de la muerte, que ven con visión cegadora
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Y tú, mi padre, allá en la triste altura
maldíceme, bendíceme, ahora con tus fieras lágrimas, te lo ruego.
No vayas gentilmente a esa buena noche.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.
De los suspiros algo nace...
De los suspiros algo nace
que no es la pena, porque la he abatido
antes de la agonía; el espíritu crece
olvida y llora:
algo nace, se prueba y sabe bueno,
todo no podía ser desilusión:
tiene que haber, Dios sea loado, una certeza,
si no de bien amar, al menos de no amar,
y esto es verdadero luego de la derrota permanente.
Después de esa lucha que los más débiles conocen.
hay algo más que muerte;
olvida los grandes sufrimientos o seca las heridas,
él sufrirá por mucho tiempo
porque no se arrepiente de abandonar una mujer que espera
por su soldado sucio con saliva de palabras
que derraman una sangre tan ácida.
Si eso bastase, bastaría para calmar el sufrimiento,
arrepentirse cuando se ha consumido
el gozo que en el sol me hizo feliz,
qué feliz fui mientras duró el gozar,
si bastara la vaguedad y las mentiras dulces fueran suficiente,
las frases huecas podrían soportar todo el sufrimiento
y curarme de males.
Si eso bastase: hueso, sangre y nervio,
la mente retorcida, el lomo claramente formado,
que busca a tientas la sustancia bajo el plato del perro,
el hombre debería curarse de su mal.
Pues todo lo que existe para dar yo lo ofrezco:
unas migas, un granero y un cabestro.
Donde una vez las aguas de tu rostro
giraron impulsadas por mis hélices, sopla tu áspero fantasma,
los muertos alzan la mirada;
donde un día asomaron el pelo los tritones
a través de tu hielo, el viento áspero navega
por la sal, la raíz, las huevas de los peces.
Donde una vez tus verdes nudos hundieron su atadura
en el cordón de la marea, allí camina ahora
el vegetal destejedor
con tijeras filosas, empuñando el cuchillo
para cortar los canales en su origen
y derribar los frutos empapados.
Invisibles, tus mareas medidoras del tiempo
irrumpen en las camas galantes de las algas;
el alga del amor se vuelve mustia;
allí en torno a tus piedras
sombras de niños van, que desde su vacío
lloran ante el mar colmado de delfines.
Secos como la tumba, tus coloreados párpados
no serán aherrojados mientras la magia se deslice
sabia sobre el cielo y la tierra;
habrá corales en tus lechos,
habrá serpientes en tus mareas,
hasta que mueran todos nuestros juramentos del mar.
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