Lo que sucedió en Madrid el 7 de
septiembre de 1907 debió ser para verlo, no para contarlo. Aquel día descargó
una fenomenal tormenta en la ciudad. Pero en un área determinada, en la plaza
de Oriente, frente al Palacio Real, lo que cayó fue una lluvia de codornices.
Repito, codornices. Caían a cientos; otros dicen que a miles, el caso es que
llovían muchas codornices. No dejó de ser la consecuencia de un fenómeno
meteorológico, pero, caramba, qué susto.
Es de suponer que, pasado el
sobresalto, los madrileños menos remilgados se pondrían ciegos de codornices escabechadas
aprovechando la provisión del cielo, pero otros muchos quisieron adivinar un
castigo divino en aquella lluvia de animales. Por aquel entonces no había
demasiados medios de comunicación ni la suficiente cultura científica como para
hacer llegar la explicación del fenómeno, que no tiene nada de misterioso si lo
expone un meteorólogo.
Dicho muy simplemente, a aquellas
codornices las pilló despistadas un tornado que las absorbió en su torbellino,
las desplazó por el cielo y, cuando se aburrió de llevarlas en su regazo, las
soltó en la plaza de Oriente.
Lo que nunca se determinó es si
el tornado las recogió en tierra, mientras holgazaneaban y estaban en sus
cosas, o si las sorprendió en plena migración, volando tranquilamente hacia
África. Sea como fuere, a aquellas codornices el tornado les hizo la pascua. El
fenómeno no es que sea habitual, pero tampoco excesivamente extraordinario. Años
antes ya llovieron codornices en Valencia y Bilbao; pero en Menphis, Estados
Unidos, llovieron serpientes; y peces y ranas en varias partes del mundo; y en
Nápoles llovió sangre según los agoreros, pero los científicos dijeron que era
agua con alto contenido en hierro y cromo. Y lo mejor, en Montreal llovieron
mejillones, aunque lo malo de que te llueva un mejillón es que te descalabra y
se te quitan las ganas de hacértelo al vapor.
Y ya que llueve casi de todo en
todo el mundo, a ver si un día de éstos pasa un tornado por el Banco de España
y nos cae algo gracioso.
Del Libro: Menudas historias de
la Historia de Nieves Concostrina
Anécdotas, despropósitos,
algaradas y mamarrachadas de la humanidad.
Un libro con historias muy curiosas, escrito con mucho humor, que os recomiendo, muy entretenido.
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