Puerta del Sol entre los siglos XVII y XVIII |
Aunque no es la Puerta del Sol desde el principio la plaza coronilla de la ciudad, lo llega a ser en definitiva poco después de fundarse con arraigo. Primero el centro y el salón público y presidencia de este pueblo estuvo en la morisca plaza del Alcázar, que estaba allí donde estuvo -casi donde está ahora- el primitivo Palacio, anterior al Retiro, y ni que decir tiene que al actual; después, a la llegada de los Reyes Católicos, fue destronada por la plaza de la Paja esa plaza del Alcázar; después, ya sedimentada y consolidada la reconquista, se establece el centro en la plaza Mayor, yendo, como se ve, hacia Oriente; pero no para mudarse definitivamente, sino para hallar el centro más propio, el definitivo. ¿No será ese centro providencial, proverbial y esencial la Puerta del Sol, aunque la plaza de la Lealtad, la de la Independencia y la de la Alegría esperen ser las herederas?.
La Puerta del Sol no es sólo importante por su colocación, sino por su carácter y por su nombre, y porque es la vitrina del pasado pintoresco.
Punto de reunión desde la época en que iban los hombres de capa y espada del siglo XVII y se asomaban a las gradas de San Felipe como a un balcón público y ancho de la Puerta del Sol, pasando el siglo XVIII, en que los hombres de casaca y pelucones empolvados se paseaban por ella, siguiendo a través del siglo XIX, en cuyo principio la transitan los currutacos y petimetres que van allí a charlar, a tomar el sol, a sorber un polvo, a fumar un cigarro y a esperar el último toque de misa de dos del Buen Suceso, hasta llegar a estos principios del siglo XX, en que el reloj de los siglos que está en el cielo de la Puerta del Sol ha dado las veinte.
La puerta del Sol resume por todo, por su abrigarramiento y por su greguería, el carácter de España. Varios escritores la han llamado el foro o el forum matritense, gran fase tópico que yo no tengo más remedio que repetir.
Ha dado optimismo ella sola a una nación pobre y de difícil problema diario. Así, Manuel de Palacio decía que en Madrid, "donde más de una vez se cierran las puertas del trabajo al hombre laborioso, las de la caridad al mendigo y las de la Academia al sabio, hay, sin embargo, una puerta que no se cierra nunca: la Puerta del Sol".
El sol de España, ese sol que es distinto en cada sitio, está aquí en esta caja de mazapán de la Puerta del Sol. La gran ensaimada de la luz, la harina, el huevo, la leche y el azúcar de Castilla se pueden gustar en esta plaza.
La Puerta del Sol de estos últimos tiempos tiene una facha de ser que va tirando con cierto optimismo inconsciente, sin preocuparse demasiado de las ideas, mezclándose con desidia al aire removido por los automóviles.
Puerta del Sol en 1951 |
Está un poco parado el corazón lúcido de la Puerta del Sol, y como anegado en subconsciencia. En términos generales, la Puerta del Sol vive en pleno deslumbramiento un tiempo que la ha desconcertado y sobre el que aún no ha podido formar juicio.
Se podría decir que la Puerta del sol presente tiene actualidades, pero no tiene ideas. Aquella ebullencia de ideas que la caracterizaba ha llegado a ser sólo algarabía de palabras y bocinazos.
Se podría decir que, como a un estanque -en este caso, estanque de ideas-. se le ha marchado todo el agua que contenía y tiene vacía alegría, una material bonanza falta de espíritu.
En la madrileña salsa a la mayonesa de los días soleados que allí se fragua y se bate los días buenos y se reparte por Madrid, para solaz de todos los condumios, no hay en estos últimos tiempos esa aleación de una gota de idealidad que hace doble buena y tramada la salsa mayonesa del optimismo español.
Sólo se ve la hora en el reloj de la torre, sin intríngulis ni misterio, por este abandono de las iniciaciones y las esperanzas en el público, como divorciado del fondo literario y filosófico de la vida.
Con su gran aire, la Puerta del Sol de estos últimos tiempos tiene decadencia en su espíritu, languidez en su alma, impronunciación en su mente. Mi pulsómetro me dice eso.
Resplandece, engaña, conmueve pero carece de aquella vida fervorosa y cabalesca que producía el folletín novelesco de todos los días españoles. La Puerta del Sol actual no tiene folletín.
¡Y qué fácil dejarse engañar con su cielo raso y su rotundidad amarilla! La riqueza y la estabilidad se reflejan en ella, y los automóviles amarillos prestan su amarillez artificial al conjunto; pero no sólo de eso se compone la conciencia de la vida, la psicología de una gran plaza. Se necesita en ella, para que sea digna plaza central de una nación, eso que se disputa por superfluo y que se cree que es discusión sobrante, todo eso que inquieta el tiempo y perturba lo evidente y lo cotidiano: todo lo que da una emoción honda a la tarde de cada día.
¿Es que puede bastar esta vida que lleva la Puerta del Sol, que ve pasar, de ver suceder, de presenciar un desfile lleno de procacidad más que de inteligencia? El correr de los automóviles en carrousel que marea, ¿puede bastar a la diversidad de pensamientos en que debe abundar un pueblo? ¡Los vagos despreocupados mirar pasar a los despreocupados sumos!
Texto de : Ramón Gómez de la Serna Libro de Madrid |
Algunos de los lugares mencionados, en tiempos pasados y en la actualidad:
La Iglesia de Nuestra Señora del Buen Suceso.
Tiene su origen en 1529 cuando Carlos V decide trasladar a Madrid el hospital itinerante que acompañaba a la corte española, el Hospital Real de la Corte, que fue fundado por los Reyes Católicos en Baza en 1489, pero en 1590 los cimientos del edificio empiezan a tener graves problemas por lo que Felipe II encarga la construcción de una nueva iglesia y enfermería en el lugar del Hospital Real.
La reforma de la plaza en 1854, momento en el que adquiere su característica forma de sol naciente, determinó la demolición de muchos edificios, entre ellos la iglesia y el hospital del Buen Suceso, construyéndose en su lugar el Grand Hôtel de París, donde ya a mediados del siglo XX se colocará el famoso cartel luminoso del "Tío Pepe".
Grand Hôtel de París
Convento de San Felipe el Real
Construido entre los
siglos XVI y XVII, estaba edificado sobre un gran pedestal (con perímetro
protegido de barandillas) en el que se encontraba el más célebre mentidero de
la villa (las Gradas de San Felipe), fue demolido en 1838 para ensanchar la
calle Mayor y, en su lugar, se construyó el primer edificio de apartamentos de
la ciudad, las Casas de Cordero (construidas entre 1842-1845)
El edificio en la actualidad de las Casas de Cordero.
Puerta del Sol en 1951
Puerta del Sol en la actualidad
Los mentideros de la capital de España fueron enclaves fijos donde los madrileños del siglo de oro se reunían para conversar, recabar información y compartir chismorreos, practicando un primitivo "periodismo oral"
currutaco/currutaca:
adjetivo : Que es muy pequeño o insignificante. coloquial
adjetivo/nombre masculino y femenino: [persona] Que seguía con afectación la moda. coloquial.
condumio.
Manjar que se come con pan, como cualquier cosa guisada. coloquial
No hay comentarios:
Publicar un comentario