Ilusiones


"No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don.
Busca los problemas porque necesitas sus dones."

"Justifica tus limitaciones y ciertamente las tendras"

Richard Bach - Ilusiones

viernes, 20 de enero de 2012

TAM LIN

El rescate de un mortal de las garras de las hadas era una empresa llena de peligros. Pocas personas eran lo bastante resueltas para intentarlo, pero hubo algunas que lo fueron. Una de ellas fue una muchacha escocesa, la hija del conde de March, se llamaba Janet.


Cerca del castillo donde vivía, al norte de la frontera inglesa, existía un lugar, el bosque de Cartherhangh, que se sabia estaba custodiado por un caballero elfo. Ninguna doncella que allí fuera regresaba indemne, pero a Janet no le importaba el peligro. A primeras horas de una tarde de verano abandonó la residencia de su padre y marcho despreocupadamente a un pozo del bosque para coger rosas silvestres. Arrancó una y el caballero apareció ante ella bajo las frondosas sombras, alto, pálido y envuelto en una capa de seda.





Los rayos dorados del sol poniente empezaban a filtrarse por entre las hojas cuando Janet abandonó el bosque. Pero al cabo de unos días regresó en busca del desconocido caballero del que se había enamorado nada más verlo. En las soñolientas tardes de verano el caballero le reveló su origen ¡No era un elfo! sino un mortal como ella. Se llamaba Tam Lin y era el nieto del conde de Roxburgh, capturado por las hadas años antes. Desde entonces había servido a la reina de las hadas, custodiando el bosque durante el día y cabalgando con sus tropas por la noche.


¿Qué mortal podía rescatar a Tam Lin de aquella vida entre las sombras si no Janet que lo amaba?. Le dijo que lo rescataría si podía y Tam Lin le explicó cómo debían los mortales desafiar el poder de la reina de las hadas. Luego se desvaneció en el claroscuro del bosque. La víspera de Todos los Santos, siguiendo las instrucciones de su amado, Janet atravesó furtivamente el bosque bañado por la luna hasta una encrucijada cercana - un lugar intermedio, donde podía verse a las hadas - y se ocultó tras un seto de espinos. A medianoche oyó el trinar de las gaitas y las cadencias más suaves de las liras; más allá de la encrucijada distinguió en el cielo un enorme resplandor, como una multitud de luciérnagas.


Con un tintineo de bridas y repique de campanillas, la comitiva de las hadas y duendes apareció ante ella. A su cabeza, cabalgando sobre un corcel negro iba la reina, con el semblante tan pálida como una imagen vista en una vidriera antigua; la seguían caballeros y damas, los delicados rostros espectrales alzados hacia la luz de la luna, las élficas cabelleras ondeando al viento.




Por fin, bajo aquella luz incierta, Janet reconoció a Tam Lin por las señales que él le había dado en el bosque de Carterhaugh; cabalgaba en un caballo blanco como la luna, llevaba sólo un guante y una banda de oro ceñía su frente. Janet hizo lo que Tam Lin le había rogado. Cuando él paso por su lado, la muchacha saltó intrépidamente de su escondite y lo derribó de la silla. Al instante se oyó un furioso grito agudo: "¡Tam Lin!" la reina detuvo su caballo, giró en la silla y clavó su gélida mirada en Tam Lin.


El cálido cuerpo del caballero pareció derretirse entre los brazos de Janet, quién se encontró abrazando el vacío y creyó haber perdido a su amor. Pero no era así; notó unos diminutos piececillos en la palma y vio una salamandra que se retorcía en ella intentando escapar. Con un instinto más veloz que el pensamiento, Janet cerró las manos y retuvo a la criatura. Los ojos de la reina centellearon y la salamandra creció hasta que la muchacha se encontró sujetando los fríos anillos escamosos de una serpiente enroscada alrededor de sus brazos y cuello. La joven apretó los dientes y se abrazó a la criatura, aferrándola con todas sus fuerzas mientras un frio paralizante se apoderaba de su corazón.  Janet no se dejó acobardar, ya que el caballero le había explicado la prueba que tenía que superar: lo único que podía liberarlo del hechizo era el firme abrazo de un mortal  que lo amara a medianoche la víspera de Todos los Santos.






 La reina de las hadas volvió a gritar y las escamas que Janet sujetaba se desvanecieron, siendo reemplazadas por la gruesa pelambrera y los relucientes ojos de un oso. La joven se estremeció, pero apretó el pecho contra el olor fétido de la bestia y mantuvo firmes los brazos alrededor del sólido cuerpo, con un alarido de rabia la reina de las hadas alzó el brazo y Janet percibió alrededor un sonido parecido al de las velas ondeando al viento: apretado contra su pecho apareció un cisne que le picoteaba el rosto con furia y le golpeaba los brazos con las enormes alas. Pero el abrazo no flaqueo. Finalmente la lucha cesó. Donde se habían debatido una serpiente, un oso y un cisne, ahora tan sólo había una barra de hierro, pero era incandescente y quemaba la carne mortal. Era el final, Janet lo sabía. Esquivando los encabritados cascos de los caballos de las hadas y haciendo oídos sordos a sus espantosos gritos, se internó en el bosque y arrojó el hierro al pozo. Oyó el siseo del vapor al tocar la barra el agua; luego, el silencio. Del pozo surgió entonces un hombre desnudo : Tam Lin que había vuelto a nacer para el mundo mortal. Janet lo envolvió en su capa.



Detrás de ellos, la reina de las hadas los contemplaba con frialdad, mientras calmaba a su nervioso corcel. La contienda había finalizado "Si hubiera sabido que una mujer humana podía conquistarte con su amor, Tam Lin - exclamó - te habría arrebatado el corazón y lo habría sustituido por uno de piedra". Dio media vuelta llamando a su séquito junto a ella y todo el grupo de hadas y duendes desapareció como fantasmas en el bosque.


Pero, según cuentan los cronistas, Tam Lin y Janet apenas ni se enteraron. Sus pensamientos eran sólo para su amor mortal.





 Este relato y los dibujos que hice  están sacados de un libro de Leyendas, Mitología, Cuentos y Criaturas Mágicas.



6 comentarios:

  1. Es envidiable la capacidad de dibujar así.

    Excelentes dibujos.

    ResponderEliminar
  2. Precioso cuento de hadas que, como todo buen cuento, ofrece varios niveles de lectura. Y preciosos también tus dibujos, María Antonia. Sin dudas tienes un don, esto de combinar buenas historias con bellos trazos es todo un arte.

    Te dejo un beso grande!

    Fer

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Fer, eres muy amable, me alegra que te haya gustado!

      Un abrazo y otro beso enorme para ti también :-)

      Eliminar
  3. Me ayudas a completar
    En Tam lin _____ el ser mágico y poderoso es ______ por qué es capaz______.el _______ sufre un hechizo_______ que lo convierte en _____ la heroina del cuento es___ ya que_________________.

    ResponderEliminar