Bilbao, 15 de marzo de 1916
Madrid, 29 de junio de 1979
Desesperadamente busco y busco
un algo, que sé yo qué, misterioso
capaz de comprender esta agonía
que me hiela no sé con qué, los ojos.
Desesperadamente despertando
sombras que yacen, muertos que conozco,
simas de sueño, busco y busco
un algo, qué sé yo dónde, si supieseis como,
a veces me figuro que ya siento, qué sé yo qué,
que lo alzo ya y lo toco,
que tiene corazón y que está vivo,
no sé en qué sangre o red
como un pez rojo.
Desesperadamente sigo y sigo, buscando
sin saber por qué, en lo hondo,
he levantado piedras frías, faldas tibias,
rosas, azules, de otros tonos,
y allí no había más que sombra y miedo,
no sé de qué y un hueco silencioso.
Alcé la frente al cielo, lo miré
y me quedé, ¿Por qué? ¡Oh Dios¡, dudoso
dudando entre quien sabe, si supiera,
qué sé yo qué, de nada ya, y de todo.
Desesperadamente, esa es la cosa,
cada vez más, sin causa y más absorto,
qué sé yo en qué, sin qué, ¡Oh Dios¡
buscando, lo mismo, igual
¡Oh hombres que vosotros¡.
ENTONCES Y ADEMAS
Cuando el llanto, partido en dos mitades,
y el viento, vengador, viene y va, estira
del corazón, ensancha el desamparo.
Cuando el llanto, tendido como un llanto
silencioso, se arrastra por las calles
solitarias, se enreda entre los pies
y luego suavemente se deshace.
Cuando morir es ir donde no hay nadie,
nadie, nadie, caer, no llegar nunca,
nunca, nunca, morirse y no poder
hablar, gritar, hacer la gran pregunta.
Cuando besar, a una mujer desnuda,
sabe a ceniza, a bajamar, a brea
y el abrazo final, es esa franja
sucia que deja, en bajamar la ola.
Entonces, y también cuando se toca
con las dos manos el vacío, el hueco
y no hay donde apoyarse, no hay columnas
que no sean de sombra y silencio.
Entonces y además cuando da miedo
ser hombre, y estar solo, es estar solo,
nada más que estar solo, sorprenderse
de ser hombre, ajenarse, ahogarse solo.
Cuando el llanto, parado entre nosotros...
EN EL PRINCIPIO
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
A LA INMENSA MAYORIA
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre.
UN RELAMPAGO APENAS.
Besas como si fueses a comerme.
Besas besos de mar, a dentelladas.
Las manos en mis sienes y abismadas
nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,
me declaro vencido, si vencerme
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,
tiras de mi raíz, subes mi muerte
a flor de labio. Y luego, mimadora,
la brizas y la rozas con tu beso.
Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte
bastara un beso, un beso que se llora
después, porque, ¡oh, por qué!, no bastará eso
CIEGAMENTE
Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
Porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
mortal, que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente. Diente a diente,
voy bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.
Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
a través de la sangre y de la nada.
Porque busco tu noche toda entera.
Porque quiero morir, morir contigo
esta horrible tristeza enamorada
que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario