Ilusiones


"No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don.
Busca los problemas porque necesitas sus dones."

"Justifica tus limitaciones y ciertamente las tendras"

Richard Bach - Ilusiones

miércoles, 9 de diciembre de 2015

JULIA DE BURGOS - POEMAS

Nació en el Barrio Santa Cruz, en Carolina, Puerto Rico - 1914
 Falleció en Nueva York, Estados Unidos - 1953



YO MISMA FUI MI RUTA


Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.

Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.

A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.

Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.

Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.

Y fui toda en mí como fue en mí la vida…

Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.


POEMA DE MI PENA DORMIDA

Con los ojos cerrados
amplia de voces íntimas
me detengo en el siglo de mi pena dormida.
La contemplo en su sueño...

Duerme su noche triste
despegada del suelo donde arranca mi vida.
Ya no turba la mansa carrera de mi alma
ni me sube hasta el rostro el dolor de pupilas.

Encerrada en su forma,
ya no proyecta el filo sensible de sus dedos
tumbándome alegrías,
ni desentona ritmos
en la armonía perfecta de mi canción erguida.

Ya no me parte el tiempo...
Duerme su noche triste
desde que tú te anclaste en la luz de mis rimas.

Recuerdo que las horas se rodaban en blanco
sobre mi pena viva,
cuando corría tu sombra por entre extrañas sombras,
adueñado de risas.

Mi emoción esperaba....
Pero tuve momentos de locura suicida.

Un agitado viento de esperanza
parece que me anuncia tu regreso.
Entre el fuego de luna que me invade
alejando crepúsculos te siento.

Estás aquí. Conmigo.
Por mi sueño.
¡A dormir se van ahora mis lágrimas
por donde tú cruzaste entre mi verso!


DONDE COMIENZAS TÚ


Soy ola de abandono,
derribada, tendida,
sobre un inmenso azul de sueños y de alas.

Tú danzas por el agua redonda de mis ojos
con la canción más fresca colgando de tus labios.
¡No la sueltes, que el viento todavía azota fuerte
por mis brazos mojados,
y no quiero perderte ni en la sílaba!

Yo fui un día la gaviota más ave de tu vida.
(Mis pasos fueron siempre enigma de los pájaros.)

Yo fui un día la más honda de tus edades íntimas
(El universo entero cruzaba por mis manos.)

¡Oh día de sueño y ola...!
Nuestras dos juventudes hacia el viento estallaron.

Y pasó la mañana,
y pasó la agonía de la tarde muriéndose en el fondo de un lirio,
y pasó la alba noche resbalando en los astros,
y pasó la extasiada juventud de la aurora
exhibiéndose en pétalos
y paso mi letargo...

Recuerdo que al mirarme con la voz derrotada,
las dos manos del cielo me cerraron los párpados.

Fue tan sólo una ráfaga,
una ráfaga húmeda que corto mi sonrisa
me izó en los crepúsculos entre caras de espanto.

Tú nadabas mis olas retardadas e inútiles,
por poco me parto de dolor esperando...

Pero llegaste, fértil,
más intacto y más blanco.
me llevaste, épico,
venciéndote en ti mismo los caminos cerrados.

Hoy anda mi caricia
derribada, tendida,
sobre un inmenso azul de sueños con mañana.

Soy ola de abandono,
tus playas ya saltan certeras, por mis lágrimas.

¡Amante, la ternura desgaja mis sentidos...
yo misma soy un sueño remando por tus aguas!



TE LLEVARÁN

Para ese día de sombra que llegará, amor mío,
no risco volcado dentro de un manantial,
ese día de espanto y pañuelos al viento,
cantemos desde ahora, que la vida se va.

Cantemos, sí, cantemos, que al cantarle al silencio,
a la sorda derrota y a la impar soledad,
venceremos la muerte, venceremos la nada,
y a la cumbre del tiempo nuestras almas irán.

Cantemos, si, cantemos, que hay un solo minuto
uno sólo aguardando nuestro mundo cruzar:
ese minuto trágico que hace tiempo nos ronda
su oferta de lágrimas y mañanas sin paz.

¡Te llevarán! Los ecos del viento me lo dicen,
los labios del mar lloran que sí. ¡Te llevarán!
Partirás, y mis ojos que tanto te nutrieron,
bajarán quedamente a nutrir a la mar.

Podrás amarme en sueños, pero mi voz, mi risa,
ojos con riachuelos, de ti se ocultarán.
Puede estrecharte el eco que ha estrechado mi nombre
desde mis labios, ¡nunca mis labios besarás!

Y cuando se alce el ruido marino, entre las noches
apagadas y crueles de tu pena inmortal,
mi fiel camino de olas llevará hasta tu sueño
la ternura que mi alma te ha salvado del mar.

Amado, mis verdugos ya me han medido el paso,
el color de mis huellas conocen, y mi ajuar:
el pudor duerme nupcias eternas con la forma;
hacia el alma es muy largo el camino que andar.

¡Te llevarán! Para esa eternidad de llanto
cantemos desde ahora que la vida se va.
Para ese día de espanto y pañuelos al viento
la canción de la muerte nos llegara del mar.


AGUA, VIDA Y TIERRA.

Yo fui estallido fuerte de la selva y el río, 
y voz entre dos ecos, me levanté en las cuestas. 
De un lado me estiraban las manos de las aguas, 
y del otro, prendíanme sus raíces las sierras. 

Cuando mi río subía su caricia silvestre 
en aventuras locas con el rocío y la niebla, 
con el mismo amor loco que impulsaba mi sueño, 
lejos de sorprenderlo, me hospedaba en las sierras. 

Pero si alguna sombra le bajaba a los ojos, 
me repetía en sus aguas hasta dar en la arena, 
y era mi grito nuevo como un tajo en el monte 
que anegaba las calles y golpeaba las puertas. 

A veces la montaña se me vestía de flores 
e iniciaba en mi talle curvas de primavera. 

Quién sabe en qué mañana se apretaron mis años 
sobre senos y muslos y caderas de piedra! 

Se treparon mis ojos al rostro de los árboles 
y fueron mariposas sus vivas compañeras: 
así es como en los prados voy buscando las flores, 
y alas pido en las almas que a mi vida se acercan. 

Mis dedos arañaron la fuerza de los riscos, 
y juraron ser índices de mis futuras vueltas; 

por eso entre los cuerpos doblados de los hombres, 
como puntales puros de orientación se elevan. 

Yo fui estallido fuerte de la sierra y el río, 
y crecí amando el río e imitando la sierra... 

Una mañana el aire me sorprendió en el llano: 
ya mi raíz salvaje se soltaba las riendas! 
Pálidas ceremonias saludaron mi vida, 
y una fila de voces reclamaron la prenda... 

Mis labios continuaron el rumor de las fuentes 
donde entrañé mis años y abastecí las venas. 
De ahí mi voz de ahora, blanca sobre el lenguaje, 
se tiende por el mundo como la dio la tierra!



EL MAR Y TÚ

La carrera del mar sobre mi puerta 
es sensación azul entre mis dedos, 
y tu salto impetuoso por mi espíritu 
es no menos azul, me nace eterno. 

Todo el color de aurora despertada 
el mar y tú lo nadan a mi encuentro, 
y en locura de amarme hasta el naufragio 
van rompiendo los puertos y los remos. 

¡Si tuviera yo un barco de gaviotas, 
para sólo un instante detenerlos, 
y gritarle mi voz a que se batan 
en un sencillo duelo de misterio! 

Que uno en el otro encuentren su voz propia, 
que entrelacen sus sueños en el viento, 
que se ciñan estrellas en los ojos 
para que den, unidos, sus destellos. 

Que sea un duelo de música en el aire 
las magnolias abiertas de sus besos, 
que las olas se vistan de pasiones 
y la pasión se vista de veleros. 

Todo el color de aurora despertada 
el mar y tú lo estiren en un sueño 
que se lleve mi barco de gaviotas 
y me deje en el agua de dos cielos.





Dulce Pontes y Andrea Bocelli

El mar y tú



Aunque no es el poema me ha parecido una bellísima canción, muy relacionada con el tema, espero que os guste.




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