Navegando voy por mi silencio,
una carga de fichajes y escayolas,
una palabra escrita en el desierto,
una muerte interrumpida en cada hora
y ese silencio macho hasta la frente
me hace saltar la brisa de las manos,
me hace volcar mi entraña de repente
y voy pariendo cantos como clavos.
Quiero atrapar del pelo la mañana,
quiero exprimir el cielo y que despierte
de esa quietud gravosa y casquivana,
quiero salvar la fuerza de los dientes
para cantar de cerca,
cantar de cerca y gritar alto
que hacen falta equipajes en la gente.
Y es que el canto que no sirva para todos,
ese canto que ni abrigue ni despierte
es un lujo inaceptable por sí sólo,
es una pompa de jabón sobre un susurro,
es un paso en el vacío, es un hueco,
la cienmilésima parte de un murmullo.
Porque el que canta bajo canta solo
y es el suyo un canto para adentro,
y racionan la voz y dan un poco,
y así transforman demandas en lamentos;
y a mí me faltan horas y sobran silencios
no quiero poner volumen a mi canto,
no puedo cantar bajo sin desprecio,
no puedo cantar solo, no tengo tiempo.
En el Rastro, a 9 de marzo de 1973
Letra y música: Patxi Andión
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